sábado, 10 de julio de 2010

Interiores con Reese Witherspoon

Miércoles 16 de junio.
Los desayunos en el hotel comienzan a ser algo estresantes: hay pocas mesas y cada vez más españoles que se apoltronan, a veces más de una hora, en el buffet del desayuno. Algunos no paran de repetir de todo (¿dónde meterán tanta comida, tendrán una bolsa adicional en sus estómago para almacenarlo?), y otros aprovechan el tiempo para hacer tertulia, aún viendo como otros -nosotros, sin ir más lejos- esperan, y desesperan por una mesa libre. No hay remedio.

El día está nublado, así que la decisión es fácil: nos vamos al MOMA, el Museo de Arte Moderno por antonomasia, uno de los más completos y, dicen, el que alberga las mejores colecciones fotográficas del mundo. Ver el Museo, así, al completo, requiere varios días. Nosotros pasamos unas 5 horas empapándonos de arte, sobre todo de fotografía (Cartier-Bresson, Chuck Close, Andy Warhol, etc), pero también de pintura (Picasso, Pollock, etc). Dentro del MOMA hay 3 cafeterías (abiertas según la temporada, de ellas la más relajante es la de la terraza) y también un restaurante con un menú variado y, lo que es más importante, muy barato (no supera los 12$, es decir no llega a los 10€).

Pero pesan más las recomendaciones de Teresa, así que después de revisar a fondo la tienda de regalos del MOMA, cogemos la calle de nuestro hotel (West 45 Street ) dirección a la 9ª, para sentarnos con hambre, y sed, en el Five Napkin Burguer. Es, como su nombre indica, una hamburguesería, pero especial: las hamburguesas (riquísimas, gracias Teresa) van desde 13 a 16$. Nos han comentado que a ella acuden, de vez en cuando, actores, autores y gentes del mundo del escenario (está a un paso de los teatros de Broadway) y de la televisión (lo visita Kelsey Grammer, el protagonista de Frasier). Al rato de sentarnos, y después de habernos servido agua 3 veces (según parece en N.Y. es algo casi religioso, antes de tomarte nota), entra una rubia y un rubio. Les atiende, con una dedicación exclusiva y antes que a cualquiera, uno de los encargados, quien les coloca en una mesa especial (o eso parece). Me quedo mirando y pienso que la cara de ella me resulta familiar. Le pregunto al camarero, pero se hace el sueco, aunque reconoce que allí van muchos actores, y que sí, que se trata de una actriz. Finalmente recuerdo el nombre: "Reese Witherspoon", le digo. El camarero sonríe y se va. Es ella, pero a nadie le importa. No hay paparazzis (o no les vemos) ni cámaras. (Atención, la foto está tomada justo antes de la entrada de la "rubia muy legal")

Paseamos por una zona poco turística y muy bulliciosa de N.Y.: Hell's Kitchen, La cocina del infierno Aquí se han rodado infinidad de películas (Sleepers, El clan de los irlandeses, etc)  y en él nació uno de los mitos del cine de acción, Sly Stallone. Es también uno de los barrios peor cuidados de la ciudad: el asfalto abierto y destrozado, las fábricas y los coches abandonados, descampados y multitud de "Delis" de todas las razas y colores. Todo eso te hace pensar que, por momentos, no estás en la Gran Manzana. Una pena no tener hambre para probar alguno de esos curiosos restaurantes (otra vez será). Caminando,  llegamos hasta la Oficina Central de Correos, conocida como James Farley. Nos sentamos en sus enormes escalinatas mientras observamos en los carteles luminosos del Madison Square Garden los próximos grandes conciertos que nos esperan: David Bisbal y Alejandro Sanz. Seguimos hasta el Empire States. No subimos porque estamos saturados de vistas (y también porque como ya explicamos, decidimos subir sólo al Top of the Rock), pero nos hinchamos haciendo fotos.















Bajamos por Broadway, desde la calle 33 a la 23. Queremos hacernos una foto frente a un edificio emblemático, visto una y mil veces en la tele y en el cine, el Flatiron Building, uno de los rascacielos más antiguos de N.Y. Allí, un indio nos pide que le hagamos una foto. Nos marea con el encuadre y, curiosamente, no quiere que aparezca el Flatiron. Después le pedimos que nos haga una foto a nosotros y, claro, deja fuera la mitad del edificio. (Arriba a la izquierda Mireille lo intenta con el susodicho)

Le dejamos allí encuadrando no sé qué y nos acercamos hasta el Madison Square Park, donde una desconocida (para nosotros) Ruthie Foster nos deleita con sus ritmos entre el blues y el reggae. La gente emocionada no para de aplaudir. De vuelta, casi de noche, un espectáculo que se repite todos los días: las calles llenas de bolsas de basura enormes apiladas formando pequeñas montañas. O no hay espacio para contenedores, o nos los consideran necesarios. Al final de la caminata nos reecontramos con los pamplonicas, Pedro y Mariví. Nos re-despedimos. Como no tenemos mucha hambre, degustamos un ice-cream (único y gigante) y terminamos dándonos un baño en la piscina del hotel.















Fotos: © Mireille A. B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario