martes, 27 de julio de 2010

Mañana de Sabath, Dinner y seacabó.


Sábado 19 de junio. 
Hemos hecho los deberes el día anterior (las compras), así que nos queda toda la mañana para disfrutar (a las 17.30 nos recogen dirección aeoropuerto). Nos levantamos temprano. Echaremos de menos las cantidades de zumo, croissants y cafés expresos del hotel. Tomamos la línea L, dirección Brooklyn norte, concretamente Williamsburg. Bajamos en Bedford Avenue y recorremos una pequeña parte de esta extensísima avenida. Es sábado por la mañana y ya empiezan a verse barbudos culturetas gafapastas (algunas cuestan más de 400$) por las calles, sentados, o mejor, tirados con sus macbooks blancos. En una de las escasísimas inmobiliarias comprobamos que los alquileres son realmente asequibles. Aquí se pueden conseguir metros en muy buenas condiciones por menos de 1.000$/mes (en el Village no bajan de 3.000). Dicen que la zona está de moda, como lo están sus habitantes, los hipsters. Con esos precios no sorprende.

Me siento en una butaca de diseño mientras Mireille investiga una curiosa boutique de ropa y complementos (que ya no existe). Pasan los minutos y la veo hablando con un dependiente. Como sé que su inglés es tan justo como el mío, entro y compruebo que Ggrippa, el dueño, además de poseer un rarísimo nombre, habla español con acento catalano-andaluz (no sé por qué me sorprendo). Mientras nos resume su historia (diseñador de moda y performances), la convence para que se lleve un sombrero único vintage,  el último de la colección, a un precio nada vintage (que es el que lleva en la foto de abajo, abajo).
















Recorremos la avenida (Bedford) hasta cruzarnos con Williamsburg Bridge, para sumergirnos en el universo paralelo de los judios ortodoxos, o yidish. Visten de negro, con camisas blancas, con trenzas y sombreros con algo de pelo ellos, y ellas con faldas largas. Salen de todas partes y por un momento aquello parece convertirse en "Unico testigo", pero en vez de amis, yidish. A la vuelta pasamos de nuevo por la boutique y Greppa nos explica que la ley judia les obliga a permanecer encerrados en su casa los sábados, así que se han buscado un subterfugio: han convertido -simbólicamente- todo el barrio en parte de su casa y de esa forma los niños pueden jugar en el parque y los padres visitar la sinagoga, todo sin transgredir los férreos hábitos del sabath.


Son más de las dos y callejeamos en busca de un sitio donde saciar el hambre y la sed (hoy hace mucho calor). De pura casualidad nos encontramos un templo icónico para cualquier cinéfilo: el Relish, un "dinner" clásico, metalizado por fuera, con sofás tapizados en ski rojo, asientos redondos en la barra, azucareros y servicio de café gratis. Lo habíamos hablado, pero creíamos que la mayoría estaban en las afueras. Estamos de suerte, porque éste cumple todos nuestros requisitos: amplia terraza fuera, un reservado con luces rojas, los baños en el sotano tras unas larguísimas, y peligrosas, escaleras, y la comida recién cocinada por un tipo lleno de tatuajes y servida por una camarera que no para de sonreir, mientras pregunta si todo esta ok. Primero nos sirve café, y después, por supuesto, una enorme botella de agua. Disfrutamos más que dos mellizos en la zona infantil de Ikea.
(Días después descubriremos que el dinner es localización favorita de infinidad de series y películas "Fringe", "Bored to death", entre las primeras, y "El buen pastor" (De Niro) y "Noche loca" (Tina Fey y Steve Carell) entre las segundas, pero hay muchas más).

Nota: En 2016 comprobamos que el Relish, tras un tiempo cerrado, ha cambiado de dueños, de estilo y hasta de nombre: "El café de La Esquina". Mantiene el modelo dinner, pero ahora su especialidad es la comida mejicana.
Nota: En 2019 ha desaparecido la web de El café de la Esquina, pero en google maps sigue apareciendo el café, aunque por las noticias que leo en algunas webs va a ser muy difícil que sobreviva a la especulación inmobiliaria que padece esa zona de Brooklyn. 


 



Terminamos recorriendo varios mercadillos alternativos, con precios algo excesivos, y llegamos hasta McCarren Park, zona de encuentro de jóvenes creativos y estudiantes amantes del chill out. Saboreamos estos últimos minutos porque en media hora regresamos al hotel. Última mirada a la habitación que nos ha servido de cuartel durante 9 días, a la piscina, y también a la ciudad. El autobús recorre parte del Midtown buscando pasajeros para enfilar la 678 dirección JFK y nosotros hacemos las últimas fotos, mientras recorremos una parte de Queens que el tiempo no nos ha permitido visitar en este primer viaje, pero que ya hemos apuntado para el siguiente. 

Últimos instantes en el "dutty-free" para comprar algunos recuerdos con los últimos 30$. Y repasando las fotos comprobamos que la ropa del vuelo de ida es casi la misma, pero en nuestras caras, además del tostado de sol, reflejan alegría con su justo punto de "morriña", la que nos produce abandonar ese universo tan único, tan singular e irrepetible. Además de una funda de ipod customizada y unas adidas gastadas, también hemos dejado en Nueva York una parte de nuestro corazón, por eso sabemos que volveremos pronto.













Fotos: © Andrés F. y Mireille A. B.


Actualización: Con algo de pena a fecha de hoy (7 feb 2011) nos enteramos de que el Relish, el dinner de Brooklyn, ha cerrado sus puertas. Una pena. Pero quienes busquen lugares similares en esa zona les recomendamos este otro y también consultar esta web, en la que se informa de lugares similares por todo Estados Unidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario