Martes 15 de junio.
La vela a St Patrick ha funcionado. Brilla el sol, así que decidimos repetir la experiencia del Ferry, esta vez sin nuestros amigos pamplónicas. Ya en el muelle del Ferry, dirección Staten Island, se nos acerca un chico con una camiseta de New York Hellicopters (o algo así) y nos ofrece varios tours. Le escuchamos atentos, sobre todo Mireille, ya que desde hace mucho tiempo tiene la ilusión de ver la ciudad desde el aire. Quedamos en una viaje corto (unos 20' y unos 150$ por persona) y nos aclara que desde abril de 2010 ya no se sobrevuela Manhattan, tan sólo el East River y el Hudson. A la vuelta del Ferry (esta vez nos tocó uno nuevo y amarillo, como el que sale en "Sexo en N.Y."), uno nervioso y otra ilusionada, nos embarcamos. Mireille pide subir de copiloto y yo detrás. Se acopla una pareja de inglesitos adolescentes.
El piloto arranca y comienza a explicar en inglés. Entendemos lo que podemos, lo básico. Al poco de iniciar el vuelo, en uno de los giros, Mireille me advierte que la puerta (la de mi lado) parece que no está bien cerrada. Lo compruebo: efectivamente, se mueve de forma sospechosa y con los temblores del helicóptero se ve un hueco. Me agarro a... no sé muy bien a donde y Mireille me mira con cara de susto. La chica de al lado, que acaba de notarlo, se pega sospechosamente a su novio (que está en la otra puerta, está sí, bien cerrada). Durante 10 minutos (eternos) no le quito ojo a la puerta. Al descender se lo "comento" al encargado y al piloto y responden con un gesto de normalidad. Me explica, intentando cerrarla, que está así. Lo contamos y nos reímos (sobre todo Mireille), pero yo tardaré en olvidarlo. (En la foto, prefiero mirar hacia otro lado y no ver el tembleque que lleva la puerta).
Continuará...
Fotos: © Mireille A. B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario