Lunes 14 de junio
El Ferry a Staten Island es un clásico entre los turistas que visitan N.Y. :
1º, porque ofrece unas vistas increibles del skyline de Manhattan y, aún sin las Torres Gemelas, es único. 2º, porque pasa muy cerca de la Estatua de la Libertad y desde el río Hudson la vista de New Jersey también está muy bien. 3º, porque es un paseo en barco, corto, entretenido (dura una media hora) y no marea. Y 4º, porque no cuesta un duro, algo a lo que en España no estamos acostumbrados, y el servicio es muy bueno ((hay uno cada media hora).
El lunes (14 de junio) quedamos con Pedro y Marivi (nuestros amigos de Pamplona) para hacer ese recorrido. Por desgracia no había sol y lo que es peor, Nueva York estaba poseído por una enorme capa de niebla alta que impedía las vistas de un día soleado. Con un poco de retraso hicimos nuestro viaje de ida, y como la mayoría de los viajeros, nada más llegar a Staten Island, tomamos de nuevo el ferry de regreso a Manhattan. Por desgracia tanto en el de ida, como en el de vuelta, pasamos tan lejos de la Señora (la estatua) que en las fotos parecía casi microscópica (el día siguiente repetiremos, con mejor suerte).
De nuevo en la isla, nos planteamos un recorrido por el distrito financiero, comenzando por Battery Park (donde se conserva el único monumento que se salvo del atentado del WTC, una esfera que simboliza la esperanza y que fue ideada por Fritz Koenig). Pasamos por el National Museum of the American (en Bowling Green, donde según dicen el holandés Peter Minuit compró Manhattan por 24$ a los indígenas lenapes) y así hasta llegar a Wall Street, una calle en la que apenas entra el sol. Es una zona dominada por la bolsa en la que sólo te puedes encontrar turistas, brokers y empresarios y policías. Muy cerca de allí la impresionante Trinity Church, que parece vigilar el devenir de las bolsa, aunque después de lo de Lehman Brothers, tanta vigilia no ha servido para nada.
Pasamos por la Zona Cero, pero lo cierto es que allí no hay mucho que ver: cientos de obreros, gruas y camiones trabajan a destajo en lo que será el próximo WTC. Algo más se puede ver en el museo WTC y en la pequeña capilla de St. Paul, donde nos podemos encontrar con las insignias de la policía de todo el mundo (incluida la Guardia Civil, los Mossos D'Esquadra, y la policía Local de Chiclana). En el parque de City Hall (el Ayuntamiento) esperamos a Pedro y Mariví mientras ellos compran algo de tecnología (J&R Electronics).
Nuestra intención era coger el metro en Park Row, dirección Brooklyn, para regresar caminando por el puente, pero Pedro tiene buenas piernas y decide que es mejor seguir pateando. Cruzamos el puente, sorteados por algunos ciclistas que no tienen reparos en pegarnos gritos, a pesar de que allí hay tanta gente que no tenemos dónde meternos. Llegamos al otro lado buscando un emplazamiento característico (una foto que tenemos en nuestro salón tomada desde el River Café).Empieza a salir el sol y el calor, el cansancio y el hambre empiezan a hacer mella. Hacemos las fotos Mireille y yo, mientras Pedro y Mariví esperan. Disfrutamos del momento, ya que el lugar (ahora con sol) es único.
De regreso, ahora sí, tomamos el metro. Comemos por Tribeca, en un Deli que ofrece (¡por fin!) una amplísima variedad de ensaladas y nos dirigimos dirección compras por la calle Lafayette. La primera en caer es Mireille. Se compra unas botas y unos Levi's (léase "livais"). Todo por menos de 50 €. Entramos en Chinatown. Se nota por los olores, por las tiendas (hasta los StarBucks están integrados en la cultura del entorno) y, sobre todo, porque unos señores que hay en la calle no hacen más que agarrarte el brazo y gritarte "watches" y "bags". Son imitaciones que venden a precios que van desde 40 a 200$ (están en la Calle Mott, justo donde me había dicho Teresa). Te enseñan fotos de su catálogo y algunos te llevan al almacén. Miramos, pero ni los Bulgari no los Tag Hauer son de nuestro agrado. Tampoco tienen bolsos de Hermes. Conclusión: volveremos otro día.
Paseo rápido por Little Italy, donde los camareros nos ofrecen menús en italiano, español y hasta en catalán. Una pena porque ya hemos comido y con el calor no nos apetece repetir. Dejamos a nuestros pamplonicas a las puertas del Soho, para cambiar las entradas del Rockefeller Center para otro día, en previsión de que no hay sol y las vistas no serán buenas. Paseamos por la zona y entramos en la catedral de St Patrick (San Patricio), dicen que es la catedral de estilo gótico más grande de EE.UU. Aunque no tuvimos el gusto, sabemos que los domingos a las 4 hay misa en español. Lo que sí hicimos fue poner una vela, por múltiples causas, entre ellas para que al día siguiente brillara el sol. Y parece que funcionó.
Nota: si quieres ver la fotos más grandes, haz clic en ellas.
Fotos: © Mireille A. B. y Andrés F.
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